Lo primitivo, lo carente de instrucción, lo joven. Es el
sentido de vida exuberante del hombre en su estado natural, pero también
es palidez, fiebre, enfermedad, decadencia… la danza de la muerte y
la muerte misma. Es la confusa riqueza y exuberancia de la vida, la
multiplicidad inagotable, la turbulencia, la violencia, el conflicto, el
caos, pero también es la paz, la unidad con el gran “yo” de la existencia,
la armonía con el orden natural, la música de las esferas, la disolución
en el eterno espíritu absoluto. Es lo extraño, lo exótico, lo grotesco, lo
misterioso y sobrenatural, los fantasmas, los vampiros, el terror anónimo,
lo irracional, lo inexpresable… Es también la búsqueda de lo novedoso,
del cambio revolucionario, el interés en el presente fugaz, el deseo
de vivir el momento, el rechazo del conocimiento pasado y futuro, el
idilio pastoral de una inocencia feliz, el gozo en el instante pasajero,
en la ausencia de limitación temporal. Es nostalgia, ensueño, sueños
embriagadores, melancolía dulce o amarga; es la soledad, los sufrimientos
del exilio, la sensación de alienación, un andar errante en lugares remotos.
(...)
Es el extremo misticismo de la naturaleza,
y también el extremo esteticismo antinaturalista. Es energía, fuerza,
voluntad, vida; y también tortura de sí, autoaniquilación, suicidio… Y
a la vez no deja de ser el dandismo, el deseo de vestirse de etiqueta(...).
Es el exhibicionismo descabellado, la excentricidad. Es los rebeldes satánicos,
la ironía cínica, la risa diabólica, (...).
Es la belleza y la fealdad.
El arte por el arte mismo, y el arte como instrumento de salvación social. Es
fuerza y debilidad, individualismo y colectivismo, pureza y corrupción,
revolución y reacción, paz y guerra, amor por la vida y amor por la